jueves, 19 de enero de 2017

El Pesquero

-Vamos a hacer un poco de rock and roll -dijo Aleix.

Los cinco hombres que estaban junto a la puerta principal ocuparon las posiciones previamente acordadas. Tres de ellos, entre los que se encontraba el propio Aleix, se dirigieron a la puerta trasera y los otros dos al hueco que hay en uno de los laterales del edificio, donde antes debió de haber una ventana, para evitar que nadie pudiera escapar por ahí. No se debían de preocupar por la entrada principal puesto que la puerta llevaba años sin poder abrirse fruto de la oxidación. Las órdenes estaban claras: cuando el reloj marcase las 19:00 los tres hombres situados en la puerta trasera la echarían abajo y entrarían sin ninguna contemplación, los dos situados en la ventana harían lo mismo. Aleix lo tenía claro, esta vez no podía salir mal. Mejor atraparlos aunque fuera muertos que acumular un nuevo fracaso. 

Media hora después están reunidos dentro del edificio que por su apariencia debe de ser una nave industrial abandonada.

-Esto es absurdo, nunca vamos a conseguir encontrarlos -dice el único rubio de los cinco-. Siempre ocurre lo mismo, dices que has descubierto su nueva ubicación que esta vez no tienen escapatoria y cuando llegamos nunca hay nadie. Empiezo a pensar que quizás no hay nadie a quien atrapar, que solo…

-¿Acaso me estás llamando mentiroso? -le interrumpe Aleix-. ¿Acaso crees que a mi me gusta esta situación?, ¿crees que disfruto con ello?.

-Solo se que es la quinta vez que me creo lo que cuentas y es la quinta vez que nos vamos con las manos vacías. Lo siento pero no vuelvas a contar conmigo -dice el rubio.

-No te puedes salir de esto, hicimos un trato y todos debemos cumplirlo –grita Aleix mientras el rubio abandona el edificio. 

A la tarde siguiente los cinco se vuelven a reunir en un parque cercano a la nave industrial. Aleix expone al grupo sus nuevos planes mientras el rubio que finalmente ha decidido darle una última oportunidad a las ocurrencias de Aleix, lo mira con cara de pocos amigos.

-No podemos dejar que sigan libres -dice Aleix-. Esta mañana me han dado un soplo, se donde estarán mañana por la noche, tenemos un día para planearlo todo. Confiar una última vez en mí y os prometo que no os defraudaré. Si esta vez sale mal os dejaré en paz para siempre.

Todos acceden a participar en el plan, incluso el rubio que piensa que si eso sirve para que le dejen por fin en paz está dispuesto a perder un días más de su vida.
Aleix se ha enterado de que el viernes por la noche se reunirán en el Pesquero, otra antigua nave industrial abandonada donde hace años se solían fabricar pequeñas embarcaciones destinadas a la pesca. El Pesquero tiene una entrada principal bastante grande por donde sacaban las embarcaciones y una entrada secundaria poco conocida situada en uno de los laterales. Aleix sabe de su existencia porque su padre había trabajado allí prácticamente durante toda su vida. El plan era similar al de la última vez, utilizarían la entrada secundaria para colarse en el interior de la nave una vez que ellos estuvieran dentro mientras que el chino y el gafas esperarían cerca de la entrada principal para evitar que se pudieran escapar por ahí.

La tarde del viernes los cinco se vuelven a reunir en el parque horas antes de las 22:00, momento fijado por Aleix para llevar a cabo la acción. Mientras repasan el plan por última vez cada uno de ellos muestra lo que ha podido conseguir para esta noche. El rubio se ha hecho con un martillo de unos 20 centímetros de longitud, el gafas ha traído un tirachinas de madera que ha fabricado él mismo, el chino se ha apropiado de un puntero láser en la tienda que hay debajo de su casa, el deportes ha conseguido hacerse con una porra de su padre y Aleix aporta un bate de béisbol de madera además de unos planos del Pesquero que encontró en su casa. Esconden todo lo que han conseguido para esta noche en unos arbustos que hay cerca del Pesquero y se despiden hasta las 21:30, hora a la que han quedado en el parque.

A las 21:55 todos están colocados en sus posiciones esperando que sus relojes, anteriormente sincronizados, marquen las 22:00. Cuando llega el momento el rubio abre la puerta de la entrada secundaria con un martillazo y los tres (Aleix, el deportes y el rubio) irrumpen en la vieja nave industrial abandonada.

Nuevamente se encuentran solos, el plan ha vuelto a fracasar, allí no hay nadie más. Y justo en el momento en el que el rubio se dispone a decirle algo a Aleix la puerta principal se abre y por ella entran el chino y el gafas cogidos del brazo por un policía. 

-Espero que tengáis una buena explicación para estar aquí dentro a estas horas -dice el policía.

-Nosotros… mi padre… le escuché hablar de unos inversores que querían comprar este lugar y solo queríamos… -dice Aleix.

-Chico -dice el policía-. Sois muy pequeños para entenderlo pero este lugar ha muerto, aquí ya no se fabricarán más barcos. Ahora hay sitios donde hacer toda esta mierda de forma mucho más barata. Algún día lo entenderéis, quizás ya no viváis aquí. En este pueblo no hay futuro.

Los cinco abandonan el Pesquero y se dirigen de nuevo al parque antes de irse cada uno a su casa.

-Tu padre es un mentiroso y tú un tonto que se cree sus mentiras -dice el rubio.

-Mi padre no es ningún mentiroso –consigue decir Aleix entre lágrimas-. Le escuché decir que esta vez era de verdad, que por fin volvería a trabajar.

Aleix abandona el grupo rumbo a su casa mientras las lágrimas encharcan su rostro. Su última esperanza había desaparecido, su padre no volvería a trabajar, en el pueblo no se volvería a respirar más ese maldito humo, la gente se seguiría refugiando en los bares buscando en el fondo del vaso una razón para volver a sonreír de nuevo. Él era demasiado joven para entenderlo, tan solo era un niño que se creía hombre jugando a resolver los problemas de los adultos.

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